Son muchos los cambios que se vienen produciendo en el seno de la empresa desde hace varios años. Con la llegada de los millennials al mercado laboral, los directivos y mandos intermedios necesitan trabajar sus habilidades para adaptarse a esta generación. También están teniendo una gran incidencia los nuevos paradigmas sociales, como son el teletrabajo o la búsqueda de una mayor sostenibilidad y responsabilidad. Ya no basta con generar crecimiento económico, la responsabilidad social y las conductas éticas son hoy centrales en la generación de este crecimiento.
De todos estos cambios nace la utilidad de incorporar nuevas habilidades y competencias, que van a tener un fuerte impacto en la motivación de los equipos. Del mismo modo surge la urgencia de empezar a dejar de hablar de “retención del talento”. La Real Academia de la Lengua define “retener” como “Impedir que algo salga, se mueva, se elimine o desaparezca” o “Interrumpir o dificultar el curso normal de algo”. ¿Tiene sentido seguir hablando hoy en día de la “retención de talento” por parte de las empresas? ¿O sería mejor trabajar para fomentar que ese talento desee quedarse en nuestra empresa? ¿Y empezar a considerar ese concepto como “que el talento quiera quedarse”?
Al mánager ya no le sirve ser solamente un líder que impone su visión a los demás. Por el contrario, le será útil acompañar a sus empleados en su desarrollo. En otras palabras, el gerente o empresario puede ejercer como un mánager-coach.
El mánager-coach
Definición de mánager-coach
El mánager-coach se diferencia del mánager tradicional por su postura y actitud. No impone su visión a sus empleados, por el contrario, los acompaña en su desarrollo profesional para que alcancen todo su potencial, les implica en la misión de la empresa y les hace partícipes.
El mánager-coach se convierte en un “revelador de talentos” que apoya a sus equipos de trabajo. Los escucha, involucra y guía para acompañarlos a encontrar sus propias soluciones sin imponer su opinión. Esta es una de las principales diferencias con el gerente tradicional, que tenderá a sugerir su enfoque a sus colaboradores.
Por otra parte, el mánager-coach deberá practicar una escucha activa en todo momento con los miembros de su equipo. Esto pasa por tener una actitud de escucha en todas las conversaciones con ellos, aportando feed-back para confirmar que se haya entendido bien todas las demandas… Todo ello será clave para crear una atmósfera de confianza y respeto en la empresa, necesaria para crear un clima abierto a las opiniones del todos.
Ya por último, ha de ser un facilitador de autonomía. El mánager-coach apoya a los miembros de sus equipos para permitir en todo momento su autonomía y la búsqueda de recursos propios, de forma que no se genere esa dependencia para avanzar en los proyectos. Al empoderar a sus colaboradores y delegar responsabilidades, les hace conscientes de su papel en la empresa y de su contribución al crecimiento de la misma. Esta nueva actitud redundará en un aumento de la productividad y de la motivación en el ambiente de trabajo.
Las habilidades del mánager-coach
El mánager-coach pone en juego ciertas habilidades como son:
- Escucha activa y habilidades de comunicación
- Ser un buen observador: El mánager-coach observa cómo trabaja su equipo, está atento al lenguaje no verbal, sabe detectar los comportamientos de los miembros de su equipo para así poder adaptar su comunicación a cada uno de ellos.
- Ser amable. Este es un factor clave de éxito a la hora de implantar una cultura de coaching en una empresa.
- Ser motivador. El manager-coach debe saber generar motivación dentro de sus equipos, en lugar de estrés.
- Estar abierto a los demás y escuchar las sugerencias y los comentarios de sus colaboradores.
¿Para qué instaurar una cultura de coaching en la empresa?
Las nuevas generaciones de trabajadores sienten una mayor necesidad de autonomía. Necesitan ser escuchados y valorados para dar sentido a su vida profesional. Adoptando una postura de coach, el mánager tendrá las habilidades y competencias para cumplir con sus expectativas. Desde esta nueva actitud, será posible crear una organización colaborativa, donde todos aporten valor y se sientan valorados y motivados para contribuir al crecimiento de la empresa.
Del mismo modo, al contar con un acompañamiento, los empleados se sentirán con confianza y libres de formular sus preguntas, pero también motivados para aportar soluciones innovadoras a problemas empresariales.
¿Para qué formarse en coaching?
Son muchas las empresas que quieren instaurar una cultura de coaching y que son conscientes de los enormes beneficios que ello puede aportar para su crecimiento y productividad. Una cultura de coaching requiere de personas que cuenten con los conocimientos previos adecuados sobre esta disciplina de gestión del cambio, y haberse entrenado en el desarrollo de las habilidades que la disciplina pone en juego.
Ser coach no es algo que se pueda improvisar. Para ello, resultará fundamental una formación en coaching de los directivos y mandos intermedios si se quiere asegurar una cultura de coaching. Sólo a través de una formación en coaching completa, realmente podrán adquirir de habilidades y competencias tales como saber realizar preguntas poderosas, poder valorar con una cierta distancia las situaciones, ofrecer un acompañamiento individual…todas ellas imprescindibles para hablar de una verdadera cultura de coaching.
Si quieres saber más sobre la disciplina del coaching y sus beneficios, te invitamos a ver más información «¿Qué es el coaching?»
Muy inspirador y realista.