En la Escuela de Coaching EDPyN sabemos que los cuentos no son inocentes. Mirados con los ojos adecuados, los relatos guardan en su interior el poder de hacernos ver el mundo de modo distinto. Hoy recuperamos el cuento de la taza vacía, una fábula zen que plantea una reflexión interesantísima sobre cómo los adultos necesitamos estar para poder aprender algo nuevo.
Cuenta la leyenda que el maestro estaba bebiendo té tranquilamente cuando el guerrero llamó a su puerta. Azorado por haber subido corriendo los muchos escalones que llevaban a la puerta del anciano, el guerrero se sentó frente a su anfitrión tan pronto pudo. Devoró con ansia las bolas de arroz que el maestro le ofrecía como cortesía y, con la boca aún llena, comenzó a explicar todos los títulos y trofeos que había acumulado con los años.
El guerrero era joven, pero se había dedicado con fruición a sus tareas, por lo que atesoraba suficientes relatos y galardones como para mantener al anciano escuchando mientras el sol caía y se fundía con el lomo de las montañas. Ya era noche cerrada cuando el joven guerrero terminó de contar sus hazañas. “Maestro” -dijo entonces- “He venido a que me enseñe los secretos del conocimiento zen”.
El anciano venerable le miró por encima de sus lentes de media luna y calló. En silencio, ofreció al guerrero una taza de té y comenzó a verter el líquido de una tetera pequeña y reluciente. Con aire distraído, como sin darle mayor importancia, sirvió el té hasta que la infusión rebosó la taza, derramándose por el costado del recipiente y manchando el mantel, la mesa y el suelo.
“¡Maestro! ¡La taza ya está llena, no puede seguir sirviendo té!”, advirtió el impulsivo guerrero. “Exacto” -respondió su interlocutor- “Usted ha venido a mi casa para estudiar mis artes, pero ya trae la taza llena, ¿cómo creyó que podría aprender algo?”. Ante el silencio confundido e iracundo del guerrero, el maestro prosiguió con tranquilidad: “A menos que su taza esté vacía, no podrá aprender nada”.
La leyenda continúa diciendo que aquel guerrero aprendió humildemente a liberarse del peso que traía y, con los años, llegó también a ser un maestro del zen. Tal vez incluso bebía té contemplando el atardecer en las montañas, esperando al próximo guerrero impulsivo que tocase a su puerta, con el corazón inquieto y la taza llena.
Este sencillo relato nos presenta una reflexión proverbial: para aprender hay que desaprender primero. Cuando un niño aprende algo, va llenando su taza, pero cuando un adulto quiere adquirir nuevos conocimientos y nuevos actuares, ha de vaciar humildemente la suya primero. Un ejemplo de esto sucede en el aprendizaje de una disciplina nueva y apasionante como el coaching.
Aprender a ser un coach profesional es un proceso integral que puede involucrar todas las áreas de la vida, del trabajo a la educación o el ocio: por eso en la Escuela de coaching EDPyN nos entusiasma. Y tú, ¿quieres saber qué es el coaching y qué te puede aportar? Entra en nuestro canal de Youtube y conoce esta disciplina, un arte que ya ha cambiado la vida de miles de personas y que, desde luego, puede cambiar la tuya.
Hola, Me encanto esta publicación.
Veo pocos comentarios. Lamento que no haya llegado a muchas personas esta publicación. Para mi es fundamental DESAPRENDER y estar dispuesto a APRENDER lo nuevo. La mente estaba vacía cuando nacimos, pero nos encargamos de llenarla de cosas, la línea genealógica nos invade también, el ADN, y las vidas pasadas, aunque no estemos conscientes de estos.
Simplemente las creencias que tenemos arraigadas en nuestra psique desde que nacimos y hasta cierta edad, cuando consideramos que ya aprendimos todo lo necesario para desarrollarnos en la vida. No nos hemos dado cuenta que creemos lo que alguien mas creyó y nos inculco. Muchos escritores espirituales nos han compartido la idea de que SOMOS LO QUE CREEMOS, así que mucho ojo, pues si tus creencias son obsoletas, si no has evolucionado con la humanidad del siglo 20, si sigues atado al flagelo de las religiones, a las tendencias políticas, a la educación arcaica, etc. es momento de hacer un cambio radical.
Claro que hay que vaciar muchas cosas, creencias. La religion lo primero.
Realmente no hay nada que vaciar no hay nada que hacer ,salvo reconocer que la naturaleza de mente es vacía.