Los cuentos casi nunca son inocentes: pequeñas cápsulas narrativas que, de un modo incluso mágico, guardan en su interior el poder de hacernos ver el mundo de modo distinto. Estas breves narraciones nos sirven como trampolín para profundizar en el arte del re-encuadre. Una herramienta fundamental del coaching que también podemos aplicar en el día a día.
La realidad, ¿es como es o como la vemos? Sin negar la existencia de los hechos, lo cierto es que los seres humanos nos construimos a base de lenguaje, y que el modo en que hablamos de estos mismos hechos construye diferentes opciones de realidad. A esto, en coaching lo llamamos “encuadre”: los marcos conceptuales que determinan la manera en que entendemos las cosas. Por ejemplo, frente a la perspectiva de un viaje transoceánico, no es lo mismo decir “obviamente, irás a América” que “desafortunadamente, irás a América”.
Nuestras experiencias no dicen nada por sí mismas: simplemente, son. En realidad, somos nosotros quienes las dotamos de sentido en función de nuestras creencias, valores, preocupaciones y gustos. Toda experiencia debe tener un contexto para que pueda tener sentido. Aquí es donde entran en juego los cuentos, porque el modo que tenemos de darnos este contexto es a través del lenguaje. De las palabras que nos decimos y las historias con las que nos explicamos el mundo.
Los cuentos: narraciones poderosas que incitan al re-encuadre
En un proceso de Coaching, abordar asuntos problemáticos directamente y sin filtro a veces no funciona. En estas ocasiones, los cuentos suponen una herramienta muy poderosa, ya que –por el simple hecho de que el Coachee siente que no se está hablando directamente de él– se abren a la identificación con los personajes, el contexto y el tema. Se tumban barreras existentes y el cliente puede empezar a ver soluciones para aquellos personajes que, en realidad, están hablando de él mismo.
Por eso, los cuentos se consideran uno de los mejores aliados en el aprendizaje y el desarrollo de la empatía. Dentro de esta disciplina aplicada al Coaching y al desarrollo personal, encontramos maestros como Jorge Bucay o el chileno Alejandro Jodorowsky. Suyo es, por ejemplo, el brevísimo relato titulado Enfermo grave, recogido en su antología La vida es un cuento. Son apenas dos frases:
– Maestro, tengo una gran enfermedad: me duele cualquier sitio del cuerpo que toco con mi dedo índice.
– Tienes una pequeña enfermedad: lo que te duele es tu dedo índice.
El hecho es uno; las interpretaciones, múltiples, y las implicaciones de cada una, extensísimas. Sin embargo, están abiertas: no se trata de que el Coach ofrezca conclusiones cerradas, sino de que se despierten en el coachee las ganas de crear él mismo el desenlace de la historia ficticia. O de su historia real, que –al fin y al cabo- bien puede ser la misma.
(Sobre el poder de los cuentos y el arte de re-encuadrar hablamos con mucho más detalle en nuestro Programa Avanzado en Formación en Coaching. Si te ha picado la curiosidad, ¿por qué no le echas un ojo a esta formación o entras en nuestra sección #VaDeCoaching? ¡Te esperamos!)