A veces, la comunicación fluye sin problemas: no hay conflicto y las partes implicadas se entienden. Por desgracia, en demasiadas ocasiones no es así. Malentendidos, palabras no dichas, falta de asertividad, juicios, manipulaciones… todo ello resulta, para el psicólogo Marshall Rosenberg, la base de los problemas interpersonales e, incluso, intergrupales.
Desde la Antigua Grecia se viene hablando de que el hombre es un animal social, un ser que alcanza su desarrollo pleno en compañía de otros. No es de extrañar, pues, que la comunicación sea –para bien o para mal- un pilar esencial de este entramado de relaciones. Rosenberg, autor de Comunicación no violenta: un lenguaje de vida, lo tiene claro, y por ello su modelo –abreviado como CNV- sostiene que la mayoría de conflictos surgen de la mala comunicación de las necesidades humanas.
Corrían finales de los 60, y Rosenberg se encontraba en aquel momento trabajando en procesos de integración racial en escuelas y organizaciones del sur de los EEUU. Su experiencia en ello plantó la semilla de su teoría: si identificamos la violencia en nuestra forma de comunicar y la revertimos, cambiarán nuestras relaciones con los demás y el bienestar de todos.
Comunicación no violenta: el camino de la paz
Lo contrario de la comunicación no violenta es, evidentemente, la violenta: aquella que utiliza lenguaje coactivo o manipulativo y que busca inducir en el otro miedo, culpa o vergüenza. Son modos de comunicación alejados de la empatía, que, cuando son usados en un conflicto, desvían la atención de los participantes lejos de clarificar sus necesidades, sentimientos, percepciones y peticiones, perpetuando así el conflicto.
Frente a esto, la comunicación no violenta, enfocada principalmente en tres aspectos: auto-empatía -o conocimiento profundo de uno mismo-, empatía con el otro y expresión honesta, auténtica. Por tanto, los tres modos de aplicar la CNV implican conectar con los sentimientos, pensamientos y juicios que suceden en el interior de uno mismo, y tratar de entender el corazón de los demás. Respecto a esto último, Rosenberg habla de “ser con el otro”.
Por último, el autor invita a aquellos que quieran poner en práctica la comunicación no violenta a enfocarse en cuatro componentes principales:
- Observación: Se trata de diferenciar los hechos de nuestras evaluaciones de significado e importancia, y entonces combinarlos.
- Sentimientos: Estos se definen –según Rosenberg- como emociones o sensaciones libres de pensamiento e historia. Los sentimientos reflejan si experimentamos que nuestras necesidades están satisfechas o no.
- Necesidades: Un postulado básico de la CNV es que «todo lo que hacemos es en servicio de nuestras necesidades».
- Peticiones: Las peticiones se distinguen de las demandas en que uno está abierto a escuchar una respuesta de «no» sin que esto detone un intento de forzar el asunto.
El coaching es una herramienta muy útil para trabajar diversos aspectos del desarrollo personal
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