Empatía, simpatía… Suenan parecido, y en nuestra mente solemos englobarlas en un mismo saco. Total, ambas son respuestas emocionales positivas para corresponder a alguien que nos muestra algo negativo, ¿no? Lo cierto es que no: empatía y simpatía se encuentran separadas por un océano en el que nos vamos a sumergir a continuación.
La etimología suele ser una fuente muy interesante de reflexión, pero en este caso nos lleva a engaño: aunque la palabra “empatía” existía ya en la Grecia clásica –empátheia, que significaba “pasión” o “enfermedad”-, hasta el siglo XX los psicólogos modernos no la adoptaron para expresar su significado actual: la participación objetiva y profunda de un individuo en los sentimientos, conducta e ideas de otro, junto a la comprensión íntima de sus situación vital e intelectual.
De hecho, nuestro actual vocablo “empatía” fue acuñado por el psicólogo británico-estadounidense Edward B. Titchener para traducir una palabra alemana, Einfühlungsvermögen, y precisamente para separarse del significado de “simpatía”, que estaba establecido como la expresión de la participación en una serie de sentimientos y afectos de carácter subjetivo y no racional.
Podemos establecer, por tanto, una serie de diferencias esenciales entre un modo de actuar y otro:
- La empatía conecta a las personas, la simpatía las desconecta.
- La empatía es racional, reflexiva y crítica, mientras que la simpatía es espontánea y subjetiva.
- La empatía se centra en reconocer las emociones y conectar en el plano emocional; la simpatía se esfuerza en buscar un lado positivo al problema, abordándolo desde el plano intelectual.
- La empatía busca acompañar, no solucionar el problema. La simpatía tiende a buscar una solución al problema, sin involucrarse en el acompañamiento.
- La empatía no requiere una respuesta verbal, la simpatía sí.
- La empatía requiere un aprendizaje previo, la simpatía surge sola.
- La empatía comprende y no juzga, la simpatía tiende a dar consejos –y, con ello, tiende a valorar o juzgar la situación del otro-.
No obstante, lo mejor es ver ambas actitudes en acción: para concluir este artículo, os dejamos con un breve y muy ilustrativo video de Brené Brown que permite visualizar de forma clara el funcionamiento de la empatía y la simpatía:
Excelente explicación; ahora tratar de transmitir esta información para llegar a lograr un océano empático.