La premisa es sencilla: el 80% del esfuerzo en una actividad cualquiera apenas proporciona el 20% de los resultados, mientras que el 80% de los resultados proviene del 20% del esfuerzo. En otras palabras: la mayoría del tiempo lo empleamos en tareas improductivas. Este es el fundamento del principio de Pareto, y comprenderlo resulta clave para optimizar nuestros recursos.
Vilfredo Pareto vivió durante el paso al siglo XX y fue un hombre muy prolífico: escribió una decena de obras sobre política y economía, tradujo la Antología Griega por placer y enunció el principio que hoy nos ocupa, bautizado en su honor como principio de Pareto. Dicho enunciado se formula tras observar la realidad, y propone que en esta se establece una división entre los “pocos de mucho” y los “muchos de poco”.
En concreto, Pareto hablaba de una proporción 80/20 –la minoría del 20% ostenta o produce el 80%, y viceversa-, aunque es una cifra orientativa. Es interesante estudiar esta teoría por sus aplicaciones prácticas. Por ejemplo, a la hora de hacer inventario en un almacén, por ejemplo, conviene centrar los esfuerzos en controlar los artículos o mercancías más demandados: así, teniendo bajo control el 20 % de los productos almacenados puede vigilarse aproximadamente el 80 % del valor total.
El principio se aplica también en ingeniería de software o control de calidad, por poner dos ejemplos, pero a nosotros seguramente nos interesa más por su aplicación individual, en nuestro trabajo u ocio.
El principio de Pareto, aplicado
- Podemos comenzar por ser conscientes de que –aproximadamente– el 20% de las personas que conoces te proveen el 80% de soporte y satisfacción, de amistad y amor. O de que el 20% de tus clientes generarán el 80% de los ingresos de tu negocio. Conviene, por ello, centrar los esfuerzos en estas minorías importantes.
- En el ámbito de la realización personal, podemos preguntarnos ¿qué 20% de causas son responsables del 80% de mis problemas e infelicidad? O ¿qué 20% de causas producen el 80% de mi felicidad y deseos cumplidos?
- En nuestro trabajo, al detectar el 80% de tareas superfluas que podemos llegar a realizar nos será más sencillo saber qué conviene delegar en otras personas.
Podríamos seguir hasta el infinito, ya que las aplicaciones de este principio son incontables, pero –por el momento- concluyamos esta breve introducción al principio de Pareto con un apunte muy lúcido de Peter Drucker, padre del management, que resume en pocas palabras lo dicho: “la eficiencia –el hacer las cosas bien- es irrelevante hasta que estés trabajando en las cosas correctas”.
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