La gestión del tiempo es una de las principales claves del éxito. Porqué, aunque en ocasiones tengamos la sensación de no tener tiempo suficiente, la realidad es que cada persona dispone, mientras vive, de todo el tiempo que existe. Hay 3 Leyes que son de especial aplicación cuando nos referimos a la gestión eficaz del tiempo: la ley de Pareto, la ley de Parkinson y la ley de Murphy.
Se dice que la clave del éxito de una persona es el modo en que administra su tiempo. Cuando hablamos de gestión del tiempo de una manera eficaz, de lo que se trata es de responder a la pregunta de ¿cuál es la mejor manera de usar este minuto? Definir los objetivos, analizar las actividades a realizar y programar el tiempo nos van a ser de mucha utilidad para ello.
El tiempo: un recurso escaso
El tiempo es un recurso escaso y posiblemente uno de los bienes más preciados. Tiene algunas características propias que le hacen muy diferente a otros recursos. Y es que el tiempo es equitativo, en el sentido de que está repartido por igual: todos tenemos por delante cada día los mismos 1.440 minutos.
El tiempo no puede acumularse, ni ahorrarse, ni tomarse prestado, a diferencia de otros recursos. Y, por último, el paso del tiempo es inexorable y sin posibilidad ninguna de vuelta atrás. Lo paradójico es que cada uno de nosotros disponemos, mientras vivimos, de todo el tiempo que existe, pero en multitud de ocasiones tenemos la sensación de que no tenemos tiempo suficiente.
3 leyes a recordar para una buena gestión del tiempo
Hay 3 leyes que son de especial aplicación para aprender a gestionar el tiempo de manera más efectiva.
La primera de las leyes es el Principio de Pareto, que nos dice que el 20% del tiempo de trabajo de una persona contribuye al 80% de los resultados. Vifredo Pareto afirmó que “los elementos críticos de cualquier conjunto constituyen, por lo general, sólo una minoría”.
La segunda ley que explica la gestión del tiempo es la Ley de Parkinson, que explica por qué las cosas llevan más tiempo del que deberían: “todo trabajo se dilata indefinidamente hasta ocupar todo el tiempo disponible para su completa realización”.
Y la tercera ley que aplica cuando nos referimos al tiempo son las 3 Leyes de Murphy. La primera de ellas nos dice que “nada es tan sencillo como parece en un principio”. La segunda nos advierte de que “todo lleva más tiempo de lo que se pensaba al principio”. Por ello, no resulta eficaz asignar a una tarea un tiempo escaso. Complementando a la Ley de Parkinson, tan ineficaz es asignar un tiempo excesivo como insuficiente. La tercera Ley de Murphy fue la que le hizo famoso y es la que dice que “si algo puede ir mal, irá mal”. Anticiparse a los fallos y tener un plan de contingencia nos ahorrará tiempo en el futuro.
Para tomar conciencia de lo eficaz que resulta la gestión del tiempo, suele ser un buen ejercicio el asignar un valor económico a una hora de nuestro tiempo. Con ello tendremos más claro el coste de oportunidad del tiempo “perdido”. Entendiendo como “tiempo perdido” el hacer algo que es menos importante que otra cosa que se pudiera hacer en su lugar.
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