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La paradoja del buen jefe

Jefes, jefas, jefazos, jefecillos… La figura del jefe es inherente a cualquier estructura empresarial, y por ello existen desde el principio de la historia de la humanidad y existirán hasta que el último negocio de la faz de la Tierra, o del universo, eche el cierre.

Sin embargo, a pesar de que esta figura resiste inexorable el paso del tiempo, puesto que toda organización necesita alguien que la organice en última instancia, la posición del jefe es peliaguda. ¿Cómo? ¿Acaso se trata de algo difícil de comprender? La respuesta, o mejor dicho, el inicio de esta encrucijada, corre a cargo del escritor James Hunter, quien afirma que el jefe se encuentra sumido en una Paradoja.

¿Y cuál es entonces este aparente contrasentido? ¿De dónde nace este absurdo? ¿Qué incongruencia hay en que el jefe haga de jefe? Pues bien, señoras y señoras, el problema es que según afirma el autor:

“Liderar no es mandar, liderar es servir»

¡Alto ahí! Entonces, ¿qué debe ser un jefe para ser, valga la redundancia, un buen jefe? La respuesta es más sencilla de lo que parece: se trata de una simple dicotomía.

Puedes ser Jefe… o puedes ser Líder

Las dos palabras tienen que ver, pero a la vez se pueden entender como completos opuestos. Uno consigue lo que necesita por su imposición y el otro, a través de ciertas virtudes, motiva y acompaña a su equipo hacia el éxito. El líder lidera en primera fila, se arremanga cuando hace falta y está listo para tirar del carro; cambia el “tú, haz esto” por “vamos a hacer esto juntos”.

¿Qué diferencia al líder del jefe?

Para esclarecer la distinción, a continuación vamos a explicar cinco diferencias básicas entre la función de un jefe y la de un líder, siempre considerando a esta figura como quién está al frente de una empresa.

  1. El jefe se considera superior – El líder se considera privilegiado. Es decir, mientras que el primero sabe que está en lo alto de la jerarquía empresarial, y que por ello sus subordinados le deben obediencia, el líder entiende su posición como una oportunidad para ayudar poderosamente a su empresa.
  2. El jefe impone su opinión – El líder escucha a su equipo. Mientras que el jefe hace valer su criterio y sus decisiones por encima de las de los trabajadores que están a su cargo, el líder tiene en cuenta las ideas de quienes están bajo su mando y las considera valiosas a la hora de tomar decisiones.
  3. El jefe contempla – El líder enseña. Mientras que el jefe se dedica a observar el trabajo de su equipo desde una distancia prudencial, siempre atento a resaltar posibles fallos, el líder baja de la palestra, convive trabajando con los empleados y utiliza su conocimiento para enseñarles técnicas con las que mejorar aquello en lo que cojean.
  4. El jefe intimida – el líder genera confianza. Mientras que el jefe se gana el respeto de sus subordinados causando miedo e intimidando con el poder que le otorga su figura, el líder sabe ponerse al nivel de los trabajadores para ganarse su estima a través del trato carismático.
  5. El jefe ordena – el líder se suma. Por último y para cerrar el círculo, esta idea resume la filosofía de lo que implica ser líder. Mientras que el jefe manda y exige con escaso conocimiento de lo que vive a diario su plantilla de trabajadores, más allá de las cifras que observa, el líder no ordena hacia fuera sino que se incluye en el paquete y se convierte en una parte activa del proyecto: “¡Hagamos!”.

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1 comentario en «La paradoja del buen jefe»

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