Hablar en público es actuar. Es salir a un escenario y encarnar un personaje: bailar con el público, agarrar su atención por el cuello y dejarles un poso al acabar. No en vano, el campeón mundial de oratoria, Dananjaya Hettiarachi, asegura que sus mejores charlas son un paseo constante de emociones, una mezcla de drama y humor. Siendo así, ¿cuánto podemos aprender de los intérpretes que suben a las tablas cada noche en los teatros de nuestra ciudad?
Katharine Hepburn, Daniel Day-Lewis, Al Pacino, Meryl Streep, Denzel Washington… todas estas personas brillan por su capacidad de ponerse en la piel de un extraño y hacerlo real. Por dar vida bajo los focos a personajes más grandes que la vida o tan cotidianos como ir a comprar el pan.
Todos ellos han perfeccionado su arte hasta las cotas más elevadas, y en su experiencia -según expone la entrenadora teatral Kathryn Marie Bild en la revista Forbes– se cuentan un buen puñado de ideas prácticas que pueden inspirarnos a la hora de hacer intervenciones en público:
1 – Conoce el guion antes de salir a escena
Un personaje no sabe qué pasa por la cabeza de los demás, pero el actor que lo interpreta, sí. Del mismo modo que un intérprete no va a subir al escenario sin haber leído, re-leído y comprendido todos los detalles de la historia en la que está metido su personaje, es una buena práctica aprehender toda la información posible sobre el auditorio y la audiencia a la que nos vamos a enfrentar antes de salir a dar nuestro discurso.
2 – El disfraz de la oratoria: vístete para el papel
Cuando una actriz se disfraza, añade una capa de artificio que -dicen los expertos- les ayuda a “darse permiso para actuar”. Vestirse de una determinada manera, por tanto, puede ser un acto liberador, y no olvidemos que como oradores estamos, precisamente, haciendo el papel de “oradores”. Vestirse de forma adecuada al tipo de conferenciante que queramos ser es un empujón pequeño, pero importante para ganar en confianza.
3 – Haz del escenario tu propiedad
En caso de que sea posible, ensayemos la presentación en el mismo lugar en que vamos a realizarla. Según apunta Bild, no se trata de una cuestión meramente de comodidad, sino de reclamar sobre el escenario un derecho y una autoridad. “Este lugar es mi lugar, de nadie más, y aquí yo voy a llevar a cabo mi tarea”. Con esta fórmula u otra parecida los actores reclaman su derecho a interpretar y se empoderan sobre las tablas: nosotros podemos hacer lo mismo y mejorar de forma notable nuestra oratoria.
4 – Actúa con perfecta enunciación emocional
Este es un concepto un poco más abstracto, pero no es difícil de comprender. Es un paralelismo con la enunciación de una frase: una oración bien enunciada es la que se comprende claramente, aquella cuyo significado llega prístino al receptor. Del mismo modo, es necesario enunciar nuestras emociones durante un discurso de manera que sean inequívocas para la audiencia y, así, eliminar la ambigüedad y retirar barreras entre nuestra intervención y el público.
5 – Recuerda que el teatro es un proyecto grupal
Del mismo modo que una obra de teatro requiere de una coordinación absoluta entre los diferentes agentes involucrados, una presentación en público también puede considerarse un acto grupal: una comunión entre el orador y su audiencia. Un discurso es un barco, donde el speaker es el capitán y todos le siguen -metafóricamente- en un viaje seguro hacia un puerto satisfactorio. Tener esto en mente puede clarificar nuestro estado mental y calmar nuestros nervios antes de una intervención.
Estas han sido cinco ideas concretas para llevar un paso más allá nuestras presentaciones en público.
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