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Alcanza la plenitud de tus metas con estos siete hábitos de Stephen Covey

Con más de 25 millones de copias, el libro más famoso de Stephen Covey debe tener algo especial. ‘Los siete hábitos de la gente altamente efectiva’ es el título de un manual publicado por primera vez en 1989 que hoy intentaremos reducir a su esqueleto fundamental. A los siete actuares concretos que el estadounidense propone para ser realmente efectivos en alcanzar las metas que nos propongamos.

Los grandes cambios de paradigma no ocurren de hoy para mañana, y esto es más cierto si cabe en el ámbito del desarrollo personal. Conviene recordar a Aristóteles, para quien hacer algo bueno un día estaba bien, sí, pero solo se puede hablar de “virtud” cuando esa acción es repetida jornada tras jornada. Del mismo modo, Stephen Covey no propone una suerte de pócima mágica de efecto instantáneo, sino una serie de hábitos o principios a los que adherirnos como una segunda naturaleza.

De esta manera, según extraemos de las páginas del famoso escritor y conferenciante, lograremos pasar por las tres etapas del desarrollo personal. La primera es el punto de partida, la dependencia: el momento en que dependemos totalmente de los demás para nuestras acciones. El segundo paso es la independencia –tomamos responsabilidad sobre nuestros actos, pero aún no somos plenamente eficaces, pues es una victoria meramente privada- y el último, la interdependencia.

Esta última etapa consiste en el momento en que se logra comprender íntimamente lo siguiente: que somos autosuficientes y responsables de nuestros actos, sí, pero que necesitamos a los demás para llevar a cabo nuestros objetivos de forma plena. Se trata de aferrarnos a la idea de trabajar en equipo para obtener mejores resultados y alcanzar, así, la victoria pública.

Los siete hábitos de Stephen Covey

Covey distribuye los siete hábitos en las diferentes etapas. Los primeros tres corresponden al paso de la dependencia a la independencia, y son los siguientes:

  1. Sé proactivo – Esto no significa otra cosa que tomar la responsabilidad ante la propia vida. Comportarse en base a las decisiones que tomamos, y no en base a las condiciones del entorno. La capacidad de asumir libremente nuevos desafíos es la base del desarrollo personal.
  2. Empieza con un fin en mente – El movimiento se demuestra andando, está claro, pero alguien que no sabe a dónde va no llegará muy lejos. Stephen Covey habla de que las metas se crean dos veces: en la mente, como una visualización, y en la realidad, como una acción.
  3. Establece primero lo primero – O, lo que es lo mismo, pon un orden de prioridades en tu acción. Lo importante no es tanto la forma concreta de hacerlo –una agenda, una lista de tareas, un planteamiento profundo de gestión del tiempo…- sino la asunción de la idea de administrar los recursos propios. Solo reconociendo la calidad de las decisiones y acciones de cada día podremos establecer una jerarquía adecuada de prioridades.

De la independencia a la interdependencia

La siguiente tanda de hábitos se asocian con el paso de la segunda a la tercera etapa. En este salto, encontramos:

  1. Piensa en ganar/ganar – Stephen Covey identifica seis paradigmas de interacción humana –que puedes ver aquí-, pero llega a la conclusión de que el objetivo debe ser el win/win. Encontrar el modo de hacer las cosas de manera que tú ganes y el otro también es el único modo realmente viable de conducirse por la vida de forma eficiente.
  2. Comprende antes de querer ser comprendido – Es un hábito basado en la comunicación efectiva y en la inteligencia emocional. Se sustenta en la necesidad de empatizar con el otro como condición ineludible para que él te escuche. Para forjar lazos auténticos y beneficiosos para ambos.
  3. Encuentra sinergias – Se resume en un planteamiento sencillo: el todo puede ser mayor que la suma de sus partes. El resultado de un auténtico trabajo en equipo, por la sinergia que se genera, es mayor que la suma de lo que podrían haber obtenido los distintos miembros por su cuenta.

El séptimo y último hábito se encuentra más allá de este estado de interdependencia y puede sintetizarse en “afilar la sierra”. Hace referencia al mantenimiento, a los altos en el camino: Covey lo explica a través del relato de un leñador que se afana en derribar árbol tras árbol sin caer en la cuenta de que también su sierra requiere ser afilada de tanto en cuando, para que no pierda su filo. Eso es lo que pasa, dice el autor, a quienes no son capaces de hacer un alto en el camino de su vida para recuperar nuevas energías con el descanso reparador, la lectura, el estudio, la ayuda solidaria al prójimo o la meditación, por ejemplo.

Estos siete son los hábitos que Covey identifica en las personas altamente efectivas. Son actuares que todos podemos aplicarnos en nuestro día a día.

En esta línea, el coaching es una herramienta muy útil para hacer el seguimiento de un proceso de cambio como el que propone el escritor. Descubre cómo a través de nuestro Programa Avanzado en Formación en Coaching ¡y atrévete a seguir tu senda hasta el final!

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